Ante las agoreras crisis Sísifo que nos acogotan, ante la supuesta inevitabilidad de la esclavitud laboral y social que nos anuncian como inevitable los profetas de la mentira, ante el mantra de que sin dinero no somos nadie, me decido a publicar este artículo que sienta las bases de la nueva economía, los paradigmas que harán posible crear una economía funcional, exportable a gran escala, en la que sea imposible la acumulación de valor, sea del tipo que sea y en la que, por diseño, se tenderá naturalmente a dinámicas cooperativas, en lugar de competitivas.
En lugar de mirar los efectos de la enfermedad llamada capitalismo y economía de mercado e intentar paliarlos, vayamos a las causas de dicha enfermedad e intentemos curarla.
El problema del sistema económico actual no es que funcione mal. Funciona perfectamente, como un reloj, porque está diseñado para que haga lo que está haciendo en la actualidad. Lo que pasa es que este diseño, esta economía perjudica a la mayoría de la población mundial. Pero funcionar, funciona como un reloj.
Bien. Entonces diseñemos otra economía desde la base, realicemos otra arquitectura económica que, funcionando igual de bien, en lugar de perjudicar a la mayoría de la población humana, la beneficie. En el fondo todo se reduce a un problema de diseño.
Para cambiar un diseño y dar paso a otro lo primero que hay que hacer es cambiar dos cosas: los paradigmas sobre los que se asienta y el ó los objetivos que persigue.
Bien, analicemos el paradigma principal sobre el que se sostiene la economía actual, y su objetivo primordial. Y cambiémoslos a ver qué pasa.
La base de la economía actual es el valor. El valor de las cosas, ya sea material, económico o financiero. El valor de las cosas es la base de la economía actual. Y el objetivo primario y primordial es sacar beneficio, rendimiento, crecer. Esta economía sería válida en un ecosistema infinito, no habría problema, pero tenemos que hacer un diseño teniendo en cuenta la realidad: nuestro mundo es finito.
Bueno, pues vamos a cambiar los paradigmas. En lugar del valor de las cosas, cambiemos el paradigma por el usufructo y la necesidad de las cosas, por el uso, la utilidad que tienen las cosas, servicios, trabajos y por la urgencia o prioridad más o menos relativa de los mismos. Lo necesarios o no que son.
Cambiemos el objetivo. En lugar de buscar el beneficio, ya sea económico, en rendimiento, en crecimiento, el objetivo será el abastecimiento de la población de comida, vivienda, sanidad, educación, cultura y ocio.
Al eliminar el valor de las cosas como medida de intercambio económico, como medida de transacción y sustituirla por la utilidad y la necesidad de esas mismas cosas, bienes, servicios, nos daremos cuenta que el sistema económico resultante de este paradigma hace que la acumulación de valor sea imposible por diseño. Es decir, no existirían ricos ergo no existirían pobres, no por normas, moral, ética o derechos humanos, sino, simplemente, porque es imposible por el diseño del sistema económico. No se miden las cosas por el valor de las mismas sino por la utilidad y la necesidad relativa que se tiene de ellas. Se mide más bien el uso y la necesidad, ni siquiera las cosas en sí mismas, bienes o servicios. En este tipo de economía el oro, por ejemplo, no tendría ningún valor, porque no vale para casi nada. Sin embargo los conocimientos de una persona, de un sabio, serían muy útiles y necesarios. Es sólo un ejemplo.
Al pone como objetivo el abastecimiento en lugar del beneficio, en lugar de establecerse una economía basada en la competencia, se establecería, naturalmente y por diseño, una economía basada en la cooperación.
El que el valor en sí mismo no sea una medida para las transacciones económicas facilita también que las dinámicas sean cooperativas y que el objetivo sea abastecer, no ganar, porque, realmente, por diseño, no puedes acumular. El concepto mismo de beneficio económico en sentido monetarista y en sentido financiero, tal como se entiende ahora dejaría, simplemente, de tener sentido.
Estos cambios de paradigma y de objetivo traerían como consecuencia una economía cooperativa con redistribución justa de la riqueza, de manera automática por el propio funcionamiento del sistema económico, por su propia dinámica, en la que no haría falta ni siquiera concienciar a la población para que fuera “buena”, sino, simplemente, dejar que esta nueva economía funcionara.
Voy a poner un ejemplo. Es un ejemplo extremo para intentar ver claramente como sería más o menos lo que propongo. No nos quedemos en el dedo y miremos la luna que apunta ese dedo.
Imagínate que hoy es el cumpleaños de tu hijo. Llevas tres años olvidándote del regalo que más le gusta, que es una tontería, es un chupa-chups de sabor a mora. Pero es que a tu hijo, como buen niño, es lo que más le importa sobre todas las cosas. No puedes fallarle un año más. Pero te has acordado hoy, están todas las tiendas cerradas y en todas las pocas que hay abiertas, nadie sabe nada de chupa-chups de sabor a mora. Necesitas ese chupa-chups urgentemente hoy para no defraudar gravemente a tu hijo, es decir, para conservar su cariño, la utilidad de ese chupa-chups es conservar su amor por tí. Si le defraudas un año más, te odiará para toda la vida y, como tu hijo es lo que más te importa, es algo que sabes que no podrías superar y que arruinaría toda tu vida. Resulta, además de todo esto que tú tienes una casa de sobra a la que vas los veranos, pero claro, los veranos no serán veranos sin el amor de tu hijo.
Por otra parte, a tu vecino, sin trabajo desde hace tiempo, le han echado hoy de su casa a la calle. Es invierno y además muy crudo. Por las noches las temperaturas bajan de cero grados. No hay albergues libres ni ningún sitio donde tu vecino se pueda quedar, esta noche es imposible. Tu vecino sabe que morirá seguro si se queda esta noche a dormir en la calle o en un sitio poco abrigado. Además de todo esto resulta que este vecino tiene un chupa-chups de mora que compró el otro día porque le encantan los chupa-chups de mora.
Pues bien. Los dos hacéis una transacción económica de la nueva economía. Para ti es urgente y necesario conseguir ese chupa-chups con el objeto de no perder el amor de tu hijo, para ese fin, para ese uso, y para tu vecino es urgente conseguir una vivienda porque si no sabe que morirá esta noche, la necesita, para el uso de dormir esta noche.
Entonces decidís hacer una transacción económica de la nueva economía. Tú vecino de da a tí el chupa-chups y tú le das tu casa. Medidos en una escala de transacciones económicas de la nueva economía sería una transacción equivalente, en que las dos partes aportan lo mismo. Medido en urgencia, en necesidad y en uso, en utilidad: las respectivas cosas recibidas por cada uno hace que cada uno pueda continuar viviendo, uno con el cariño de su hijo y otro con no congelarse esa noche. Ahora tu vecino tiene casa y no muere y tu hijo tiene el chupa-chups y no te odia y tu vida puede continuar.
Insisto, es un ejemplo extremo para tratar de explicar la dinámica.
Claro, otro de los paradigmas que deberían cambiar en esta nueva economía sería el de la propiedad privada, que realmente ya no tendría sentido. Cambiar el paradigma de la propiedad privada, de la posesión de las cosas, por el del usufructo de las cosas, los bienes y los servicios.
Para esto hay que darse cuenta de algo muy importante. Salvo fetichismos, manías, obsesiones y demás, la gente, en general, no queremos tener, poseer las cosas. Lo que queremos es usarlas, utilizarlas, hacer uso de ellas, emplearlas. Lo que pasa es que actualmente está asociado el usar algo con el tener algo. Actualmente casi te obligan a comprar algo cuando, realmente, lo que quieres tú es la función de ese algo, no su posesión. En nuestra mente interna asociamos sin darnos cuenta la posesión de las cosas a su función. Esto, realmente, no es correcto. No es necesario estrictamente hablando tener, poseer las cosas para utilizarlas para que ejerzan su función de cara a nosotros. Es obvio, lo que pasa es que esa inculturación de propiedad-posesión asociada al uso es dañina realmente porque asocia cualidades a la propiedad privada que no tiene: no es necesario poseer algo para usarlo.
El paradigma sería propiedad pública y usufructo privado. Tú usarías las cosas, bienes, servicios, como si fueran tuyos siempre que lo necesitaras. Cuando no lo necesitaras, dejarías de usarlas. No habría que comprar ni vender nada porque, realmente, nada pertenecería a nadie. El concepto en sí mismo de tener, poseer, de pertenencia a alguien de las cosas, bienes y servicios, dejaría, también, de tener sentido en esta nueva economía y sería, se vería como natural, el reclamar el uso la función de las cosas sin hacer ni siquiera mención de a quién pertenecen, de quién tiene la propiedad, porque el concepto de propiedad en sí mismo dejaría de tener sentido.
Bajo estos paradigmas es posible realizar la arquitectura de una economía exportable a escala global en la que por diseño fuera imposible la acumulación de valor y también en la que por diseño se tendiera naturalmente a dinámicas cooperativas en lugar de competitivas, en la que fueran posibles transacciones económicas de todos los niveles basadas en estos paradigmas y con el nuevo objetivo como objetivo, el abastecimiento en lugar del beneficio, el abastecimiento en lugar del rendimiento. En la que el concepto de propiedad, de posesión, dejaría de tener sentido por diseño de esta nueva economía.
Habrá que trabajar para desarrollar esta nueva economía.
adoranser