Cualquier organismo que gestione las necesidades fundamentales de cualquier sociedad, nunca puede ser privado, nunca puede ser una institución cuya primera prioridad sea el beneficio económico, puesto que, como se ha demostrado por activa y por pasiva, esa entidad privada, sacrificará cualquier cosa, cualquier cosa, en aras de obtener beneficio económico, con la excusa falaz de garantizar la continuidad, la supervivencia de la propia organización.
Por qué lo llaman beneficio económico cuando quieren decir codicia.
Las entidades que gestionen el cubrir las necesidades básicas de cualquier sociedad humana deben ser siempre, y sin ninguna excepción, entidades públicas, para las que la primera prioridad sean las personas, para las que la primera prioridad sea el abastecimiento del bien o servicio y el beneficio de dichas entidades se compute como la extensión que han conseguido dar a ese bien o servicio.
En una sociedad como la que apunto, las empresas, tal y como las conocemos hoy en día, simplemente, carecerían de sentido.
No existirían.
Y en una sociedad en la que se computara como beneficio la extensión del bien o servicio prestado, la acumulación, tal como la conocemos hoy en día, de bienes, de servicios, de dinero, simplemente, no tendría sentido, con lo cual no habría ricos, no porque se prohibiera la riqueza o se les friera a impuestos, sino, simplemente, porque este tipo de sociedades, por diseño, no permiten la acumulación, luego no habría ricos porque no tendría ningún sentido.
Extensión entendida como el llegar al máximo número de personas posible.
Básicamente consiste en potenciar la función de las cosas (nueva economía) en lugar de potenciar el valor de las cosas (todas las economías que han existido hasta ahora).
Y usar como medida de intercambio económico la función en lugar del valor.
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