El único sentido de una ley es infringirla.
El verdadero ser humano, la auténtica persona, no se rige por leyes sino por el sentido común y el bien común. El verdadero ser humano no obedece: coopera.
Las sociedades basadas en leyes, tal como todas las actuales, son sociedades humanas muy primitivas, infantiles. El niño obedece, sin embargo, el adulto es libre y decide, en sentido individual y colectivo simultáneamente.
Estamos en esa transición: de los sistemas autoritarios, jerárquicos, patriarcales, basados en leyes a los sistemas horizontales, asamblearios, ecofeministas, basados en el sentido común, el bien común, los cuidados, el consenso, los acuerdos y la cooperación.
Sociedades Adultas.
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